La transición a la agricultura, que empezó hace unos doce mil años en el Oriente Medio y Cercano, no fue una bendición para todo el mundo que estuvo involucrado. En la entrada anterior ya se habló de las enfermedades y la reducción de la expectativa de vida que sufrieron los primeros agricultores, al tener una dieta más pobre, trabajar más duro, y estar en contacto con los animales domésticos. A pesar de esto, la población humana se incrementó ya que aumentó considerablemente la cantidad de nacimientos. Al generarse mayores cantidades de alimentos gracias a la agricultura (especialmente el cultivo de cereales), se hizo posible una diversificación y jerarquización en la sociedad: ya no era necesario que todos se dedicaran a obtener alimentos. También se dio un cambio importante en la manera de pensar: mientras que los cazadores no tenían que preocuparse mucho por el futuro, los agricultores sí tenían que planificar para las cosechas futuras y prepararse para cosechas malas, y por lo tanto buscaban el apoyo de espíritus y divinidades para que estas cosechas fuesen buenas [i]. En pocas palabras: la aparición de la agricultura tuvo un gran impacto sobre nuestra especie. Marcó un antes y un después, en muchos respectos. Sigue leyendo
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La Revolución Neolítica (6) – ¿Por qué la agricultura?
¿El error más grande?
En 1984, los antropólogos Mark Nathan Cohen y George Armelagos editaron un libro, bastante controversial para ese tiempo, en el cual concluyeron que cuando la humanidad pasó a depender de la agricultura, desmejoró la salud y aumentó la incidencia de enfermedades relacionadas a una nutrición deficiente [1]. Esto suena contradictorio: si la agricultura (término que engloba el cultivo y el pastoreo) nos trajo la civilización y la creación de sociedades complejas, si fue literalmente la semilla de nuestro mundo moderno, ¿cómo puede su introducción haber desmejorado nuestras condiciones de vida? Y, ¿qué puede haber empujado a nuestros antepasados a abrazar la agricultura si vino acompañada de tantos problemas de salud? El geógrafo y antropólogo Jared Diamond llama la transición a la agricultura el “error más grande de la humanidad” [2]. ¿De verdad fue un error? Sigue leyendo

La Revolución Neolítica (5) – La gran domesticación
Durante miles de años, el perro era el único animal domesticado (ver la entrada anterior). Pero esto cambió, de forma dramática, hace unos diez mil años, cuando ocurrió la transición a la agricultura, también denominada la Revolución Neolítica. Dentro de algunos miles de años, los humanos domesticaron, aparte de muchas especies vegetales, también unas cuantas especies animales. Especies que antes eran salvajes, algunas inclusive peligrosas para los humanos, se convirtieron en la propiedad de nuestros antepasados, quienes pasaron a controlar por completo sus vidas y su reproducción, cumpliendo así con la definición de la domesticación (ver la entrada del 24 diciembre 2019).
En las últimas entradas vimos cómo ocurrió la domesticación de animales en general, y la del perro en particular. En la presente entrada veremos cómo unos animales más, una vez domesticados, se convirtieron en acompañantes del hombre en sus andanzas por el mundo. Sigue leyendo

La Revolución Neolítica (4) – La primera domesticación: de lobo a perro
¿Sabe usted cuál fue el primer animal en ser domesticado? ¿La vaca? ¿El cerdo? ¿La oveja? No: fue el lobo. El producto de esta domesticación es el perro, o – según la nomenclatura científica – Canis lupus familiaris. Pero, por familiar que nos pueda ser el perro, quedan unas cuantas incógnitas en cuanto a su domesticación. Justamente por ser el primer animal en haber sido domesticado, que nos acompañó durante la transición a la agricultura y la sociedad moderna, es relevante entender cuándo, dónde y cómo fue domesticado. Veamos pues, después de haber considerado en la entrada anterior algunos aspectos generales de la domesticación de animales, con un poco más de detalle de dónde viene este mejor amigo del hombre. Sigue leyendo

La Revolución Neolítica (3) – La domesticación de animales
Los humanos tenemos orígenes bien humildes. Hace menos de un millón de años éramos cazadores-recolectores, algunos piensan inclusive carroñeros, a la par con muchos otros primates (o sea, los simios y monos). Sin embargo, había una diferencia importante: utilizábamos herramientas y tecnologías, para ayudarnos en las tareas de obtener y procesar alimentos, y en general, permitirnos ser más exitosos que otros animales en la “lucha por la supervivencia”. Estas herramientas y tecnologías permitieron a nuestros antepasados ajustar el entorno a sí mismos, en lugar de tener que adaptarse a su entorno. Una de estas herramientas, o tecnologías, fue desarrollada hace relativamente poco tiempo, pero ha resultado ser de las más poderosas: la domesticación de especies animales y vegetales. A diferencia de las otras herramientas y tecnologías, tales como la elaboración de utensilios de piedra y otros materiales, la domesticación es algo más intangible, pero no por eso menos importante. Sigue leyendo

La Revolución Neolítica (2) – Los cultivos
El origen de nuestra sociedad moderna, con su organización y sus instituciones, jerarquías, y relaciones entre personas, se remonta al inicio del Neolítico. El Neolítico, la “nueva edad de la piedra”, que empezó hace unos diez mil años en el Medio Oriente, fue una época clave en la prehistoria humana, caracterizada por la transición a la agricultura. Antes, nuestros ancestros eran cazadores-recolectores, normalmente nómadas. En la entrega anterior vimos cómo, ya antes del inicio del Neolítico, las gentes de algunas zonas del Levante (una franja a lo largo del Mediterráneo, desde el sudeste de la actual Turquía hasta Israel) empezaron a asentarse en aldeas, por ejemplo en las orillas de los lagos. En esta entrega consideraremos el hito que marcó el inicio del Neolítico: la transición a la agricultura – lo que ha sido denominado la Revolución Neolítica [i]. Nos enfocaremos primero hacia el cultivo y la domesticación de ciertas plantas. Sigue leyendo

La Revolución Neolítica (1) – El origen de nuestra sociedad
Tal como vimos en la entrada del 3 febrero 2018, distintos acontecimientos en la historia de nuestra especie, Homo sapiens, han sido denominados revoluciones. Son bien conocidas las revoluciones políticas, tales como la francesa o la rusa. Sin embargo, el término “revolución” ha sido aplicado no solamente en el ámbito político sino también en el caso de cambios abruptos y trascendentales en la sociedad. Entre este tipo de revoluciones, pudiéramos destacar la Revolución Industrial, o la revolución agrícola de la Edad Media (ver la entrada del 9 marzo 2018). Sigue leyendo

Los albores de la vida (8): La explosión cámbrica
En la entrega anterior ya vimos como los primeros animales aparecieron hace algo más de 700 millones de años, hacia finales del eón Proterozoico. En comparación con la poca vida que había existido antes en la tierra, esto fue un gran cambio. Pero por los momentos la variedad de animales se mantuvo baja, y los que había se dedicaban a alimentarse de las algas que abundaban, y de material orgánico en el agua – una situación pacífica que ha sido denominada el “Jardín de Ediacara”. Los ecosistemas eran muy distintos a los que conocemos hoy en día. Para que se pudiesen desarrollar estos últimos, hizo falta otra revolución en el reino animal: la Explosión Cámbrica. La Explosión Cámbrica, así llamada por su carácter bastante abrupto y su gran envergadura, puso fin a unos tres mil millones de años de lo que pudiéramos llamar la infancia de la vida. Veamos en esta entrega qué pasó en el Cámbrico, el primer período del actual eón: el Fanerozoico (ver la línea de tiempo). Sigue leyendo

Los albores de la vida (7): La llegada de los animales
El Proterozoico, ya lo vimos en la entrega anterior, fue la Edad Media de la tierra: cuando empezó, hace 2500 millones de años, estaban apareciendo los primeros organismos eucariontes unicelulares y multicelulares, predecesores de – entre otros – los animales y las plantas, y fue sólo después de un intervalo larguísimo, de más de mil millones de años, que se dio el siguiente paso grande en el desarrollo de la vida en la tierra. Ya hemos hablado del inicio del Proterozoico; ahora nos corresponde considerar su final, que fue bastante espectacular: no sólo aparecieron nuevos organismos, sino también se convirtió nuestro planeta – afortunadamente por tiempo limitado – en una bola de nieve, y se alcanzó prácticamente la cantidad actual de oxígeno en la atmósfera. Sigue leyendo

Los albores de la vida (6): El Proterozoico – la edad media de la tierra
Proterozoico
La larga historia de la tierra, de unos 4500 millones de años, se deja subdividir en tres fases: una inicial, que comprende el eón Hádico y el Arcaico, y ocupa casi la primera mitad de la existencia de nuestro planeta, en la que se formaron los primeros continentes y apareció la vida; una segunda fase, intermedia, tan larga como la primera, llamada el Proterozoico; y una tercera fase, el Fanerozoico, que ocupa poco más del diez por ciento de los años del planeta, pero que es la fase en la que ocurrió mucha acción: la explosión de la vida, con la aparición de animales en los mares, la tierra y los cielos, plantas y árboles, y al final, unos bípedos del género Homo. Pero, ¿qué pasó entonces en el Proterozoico? Si ya había una multitud de organismos en el Arcaico, ¿por qué tardó la vida 2000 millones de años en desarrollar formas complejas? ¿Habría sido el Proterozoico como la Edad Media en la historia de Europa, que a primera vista parece ser una época oscura entre dos fases de auge e innovación, durante la que habría pasado poco de relevancia? ¿O estaríamos equivocados al pensar así?