Muchos de los conceptos existentes en la filosofía actual tienen sus raíces en épocas remotas. El concepto del cambio, el objeto de este blog, ya fue estudiado en la antigüedad por algunos de los grandes filósofos griegos. Para uno de ellos, Heráclito, la idea del cambio constituyó el foco de su atención.
Los primeros filósofos griegos se interesaron especialmente por la substancia fundamental de todo lo que existe. Tales de Mileto, por ejemplo, declaró (metafóricamente) que todo es agua, y Anaxímenes de Mileto que todo es aire. Por su parte, Anaximandro (también de Mileto) introdujo el término apeiron (ilimitado) para indicar la esencia de toda la materia.
Otro de los primeros filósofos era Heráclito de Éfeso (tanto Éfeso como Mileto eran ciudades griegas ubicadas en la costa occidental de la actual Turquía). Heráclito alcanzó su mayor fama alrededor de 505-500 antes de Cristo, en una época bastante revuelta: los persas, bajo su rey Darío, habían conquistado lo que ahora es Turquía y tenían a la Grecia en la mira. Se sabe muy poco de Heráclito. Parece que era miembro de la familia real, pero que renunció a su derecho al trono a favor de su hermano para poder dedicarse a la filosofía. No dejó ningún escrito, y lo que sabemos de él y su filosofía nos llegó a través de comentarios hechos por filósofos posteriores[i].
Heráclito consideró que el principio fundamental es el fuego. No es que haya afirmado que todo consiste de fuego, sino que lo consideró como un simbolismo, pues el fuego representa la transición de un material a otro. El principio del fuego refiere al movimiento y cambio constante en el que se encuentra el mundo. Así, el fuego es el símbolo del cambio por excelencia. Es la mejor expresión simbólica de los dos pilares de la filosofía de Heráclito: el devenir perpetuo y la lucha de opuestos, pues el fuego sólo se mantiene consumiendo y destruyendo, y constantemente cambia de materia[ii].
La filosofía de Heráclito se basa en la tesis del flujo universal de los seres: Panta rei (Πάντα ῥεῖ; también conocido como: πάντα χωρεῖ καὶ οὐδὲν μένει): “todo fluye” (y nada permanece). Esta cita, por famosa que sea, en la realidad no proviene del trabajo de Heráclito; es una combinación y reformulación de varias de sus citas, hecha mil años después de su muerte por Simplicio de Cilicia, uno de los últimos filósofos de la antigüedad[iii]. Pero esta afirmación refleja de manera clara las ideas de Heráclito, para quien el cambio era la única cosa persistente.
Otro fragmento muy conocido de Heráclito, esta vez sí proveniente de su obra, dice: “en los mismos ríos entramos y no entramos, y somos y no somos los mismos” (ποταμοῖς τοῖς αὐτοῖς ἐμβαίνομεν τε καὶ οὐκ ἐμβαίνομεν, εἶμεν τε καὶ οὐκ εἶμεν τε). El fragmento (citado con frecuencia como “no se puede entrar dos veces en el mismo río”, siguiendo a la versión que da el gran filósofo griego Platón) sintetiza la filosofía de Heráclito. Mientras que una parte del río fluye y cambia, otra (el cauce) es relativamente permanente. Lo mismo aplica al bañista y, ya que el río sirve como metáfora, a las cosas en general. Algunos autores ven en el cauce del río el logos que «todo rige», la medida universal que ordena el cosmos, y en el agua del río, el fuego. A primera vista esto puede parecer contradictorio, el mismo Heráclito sostiene que los opuestos no se contradicen sino que forman una unidad armónica, y que la contradicción está en el origen de todas las cosas[iv].
Sin embargo, es preciso darnos cuenta de que no se sabe nada sobre Heráclito y su doctrina de primera mano. Especialmente Platón contribuyó a resaltar la imagen de Heráclito como el filósofo del cambio, cuando utilizó esa imagen para ilustrar el extremo opuesto a las ideas de Parménides de Elea. Platón planteó que para el primero la esencia de la realidad es el cambio, mientras que para el otro la esencia es, precisamente, la invariabilidad, y así pudo convencer a su audiencia de que la verdad está en el medio. Sin embargo, no es seguro que en la realidad la doctrina de Heráclito haya sido tan simplista[v].
La dinámica y el desarrollo que Heráclito vio a su alrededor, desaparecieron rápidamente del pensamiento de los filósofos. Es como si desde Aristóteles, quien estableció categorías y ordenó en ellas todas las cosas conocidas, ya no hubiera sitio en la filosofía para la palabra cambio. Esta manera de ver las cosas queda reflejada bien en las famosas palabras de Eclesiastés 1:9-10:
… lo que pasará es lo que ya pasó, y todo lo que se hará ha sido ya hecho. ¡No hay nada nuevo bajo el sol! Si algo sucede y te dicen: “¡Mira, esto es nuevo!” no es así; las cosas que observan nuestros ojos ya pasaron en los siglos anteriores.
El libro del Antiguo Testamento, Eclesiastés (“Predicador”), fue escrito alrededor del tercer siglo antes de Cristo en Alexandria por un intelectual judío desconocido. Las palabras citadas reflejan el pensamiento cíclico que fue bastante común en el Oriente de aquellos tiempos, y enfatizan la repetición en la naturaleza y la historia humana[vi].
Es verdad, en la historia hay mucha repetición. Pero también ocurren cambios. La historia es, como dijeron los antiguos romanos, eadem, sed aliter: siempre lo mismo, pero cada vez diferente. Y son estas diferencias las que permiten los cambios constantes que caracterizan a la sociedad humana.
Nota: este post es una versión modificada de un post publicado originalmente en mi – ahora cerrado – blog “Tiempos de Cambio”. La imagen en el encabezado del post es una foto del autor.
[i] Ver: http://www.classicpersuasion.org/pw/burnet/egp.htm?chapter=3.
[ii] Ver: http://es.wikipedia.org/wiki/Her%C3%A1clito.
[iii] Ver: http://en.wikiquote.org/wiki/Heraclitus.
[iv] Ver: http://es.wikipedia.org/wiki/Her%C3%A1clito.
[v] Waterfield, R., 2000. The first philosophers: The presocratics and the sophists. Oxford University Press, Reino Unido.
[vi] Sperna Weiland, J., 1985. Taakverdeling en vernieuwing: de lotgevallen van de universiteit. En: De paradoxen van de vernieuwing: Het nieuwe als macht, mythe en cliché; pp. 65-79. Markant, Nijmegen, Países Bajos.
Concuerdo totalmente, hasta en el mismo Génesis del Antiguo Testamento se puede leer: “1En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 3Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.” … (Génesis 1:1-3).
De esta frase me gusta recalcar: “y el Espíritu de Dios se movía…”
PD: aprovecho para traer a la reflexión: ¿Qué significa el “Espíritu de Dios”?
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El movimiento es un estado fundamental. El cambio es una forma de movimiento.
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El artículo leído trata de el cambio y de como Heráclito decía que todo cambia nada permanece también decía que el fuego era el símbolo del cambio
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