Estaban sentados alrededor del fuego, en la cueva hacia donde se habían trasladado para estar cerca del lugar por donde sabían que iban a pasar los renos. Los hombres, tres hermanos, se encontraban limpiando y preparando pieles. Las mujeres estaban uniendo las pieles para elaborar vestidos, que iban a necesitar para aguantar el frío del invierno. Habían comido los últimos trozos de carne seca que les habían quedado de la caza anterior, así que era hora de volver a conseguir alimentos. Tenían todavía vegetales para asarlos en el fuego, pero esa no era la comida más indicada para quien tenía que salir y aguantar el frío.
Los hombres conversaban entre sí de la caza de mañana – con frases cortas, ya que los neandertales eran de pocas palabras. Sus mujeres participaban de vez en cuando en la conversación, ya que ellas también irían a la caza: era una actividad en la que participaba toda la familia, incluyendo – en tareas de apoyo – los chicos. Los niños pequeños se quedarían con su abuela, esperando el regreso de los cazadores en el calor de la cueva.
Al terminar su trabajo, todos se acostaron. Las mujeres ya habían colocado pieles sobre hierbas y hojas amontonadas, para que cada uno pudiese dormir cómodamente y al calor. Iban a necesitar estar bien descansados, mañana, para que pudieran cazar sus renos.
¿Habrá sido así que vivían los neandertales? Gracias a la multitud de restos de neandertales fósiles y arqueológicos disponibles, y los análisis realizados utilizando las últimas tecnologías, sabemos bastante acerca de cómo vivían, aunque nos gustaría obviamente conocer mejor a estos “primos” nuestros. Veamos qué es lo que sabemos, hasta la fecha, acerca de las vidas de los neandertales.
Los neandertales y su historia de vida
¿Cómo era la vida de los neandertales? ¿Corta y dura? ¿O alcanzaron los neandertales edades avanzadas? Este tipo de preguntas nos remite a lo que se denomina la historia de la vida de los neandertales. La historia de la vida incluye los parámetros que describen la vida de los individuos de una especie: cuánto duran la gestación y la infancia, cuántos hijos tienen las hembras y con qué espaciamiento, cuándo se alcanzó la madurez física, cuál es la edad media a la que se llegaba, etcétera.
En términos generales, ¿tenían los neandertales una vida según el modelo “vivir rápido, morir joven”, tal como los primeros Homo y las especies anteriores, o vivieron más bien una según el modelo “vivir lento, morir viejo”, tal como nosotros, los humanos actuales?
En cuanto a la madurez física (o sea, la edad adulta), hay indicios que los neandertales la alcanzaban antes que los humanos, posiblemente alrededor de los 15 años (los humanos la alcanzamos alrededor de los 18 años). Esto se basa en estudios de los dientes de los neandertales: se encontró que, durante el crecimiento del individuo neandertal, sus dientes se formaban y mineralizaban más rápidamente que los dientes humanos. Ya que el crecimiento de los dientes está correlacionado con el del cuerpo en general, se supone que el crecimiento del cuerpo de los neandertales terminó antes que el de los humanos, aunque más tarde que el de los primeros Homo[i]. Sin embargo, un estudio de los molares de unos neandertales de hace 130.000 años no encontró ninguna diferencia en la edad de erupción de los molares entre los neandertales y los humanos, lo cual sugiere que en las dos especies, la madurez física se alcanza a más o menos la misma edad[ii]. Cálculos de la tasa de crecimiento de las cabezas de los infantes también indican que el tamaño adulto fue alcanzado más o menos al mismo tiempo (o posiblemente un poco más tarde en el caso de los neandertales, ya que sus cráneos eran más grandes que los humanos) [iii].
Con base en estimaciones de edades a partir de los dientes, se encontró que sólo un tercio de los neandertales eran adultos “maduros” cuando murieron (mayores de aproximadamente 30 años, que en principio podían tener nietos); dos tercios de los neandertales no alcanzaron esa edad. Si consideramos sólo los mayores de unos 40 años cuando fallecieron, encontramos muy pocos entre los neandertales[iv]. (Los humanos tenían más probabilidad de alcanzar una edad “madura”, lo que puede explicar por lo menos en parte por qué los humanos lograron reemplazar a los neandertales[v]; de esto hablaremos en un post venidero.)
Los partos humanos son bastante complicados ya que, por la forma y el tamaño reducido de la pelvis de la mujer, el bebé para salir debe realizar varias rotaciones para que su cabeza (la parte más ancha del cuerpo) pueda pasar por el canal de alumbramiento. Esto resultaba en el pasado en una elevada mortalidad de las mujeres en el parto. En el caso de los neandertales, el tamaño de la pelvis femenina parece haber sido parecido al humano y el tamaño de las cabezas de los bebés también[vi]; pero la forma de la pelvis era un poco distinta de manera que debe haber sido más fácil para los bebés pasar por el canal de alumbramiento[vii]. Esto puede haber resultado en una menor mortalidad, y por ende mayor fertilidad de las hembras neandertales.
En comparación con los niños humanos, los bebés neandertales eran grandes y robustos, y tenían dientes prominentes, tal y como lo evidencia un niño neandertal, fallecido a la edad de un año y medio, encontrado en Bélgica – el país con mayor cantidad de hallazgos de neandertales[viii].
La niñez puede haber sido de especial importancia para los neandertales. Las sepulturas de niños neandertales tienden a ser más elaborados que las de adultos, lo que sugiere que los niños tenían un estatus especial en la sociedad neandertal. El ambiente en el cual se movían los neandertales puede haber sido duro, por lo menos en ciertas épocas, pero la niñez al parecer no era particularmente dura[ix].
¿Cómo era el día-a-día de los neandertales?
Tradicionalmente, los neandertales han sido considerados unos brutos, sub-humanos poco desarrollados, muy inferiores a los humanos. Sin embargo, esta idea ha sido modificada en las últimas decenas de años. Ahora se sabe que los neandertales eran una especie exitosa, y culturalmente no tan distintos de los primeros humanos[x].
Vivían en grupos pequeños, de tal vez 10-15 individuos, incluyendo niños. Esto se dedujo del tamaño reducido de los abrigos rocosos donde solían vivir y de la baja cantidad de cuerpos enterrados en una misma área[xi].
La vida de los neandertales era bastante dura. De esto dan testimonio los huesos que se encontraron con evidencias de fracturas ocurridas durante la vida del individuo. En los restos de individuos que murieron a edad avanzada (o sea, a una edad mayor de alrededor de treinta años), es común encontrar múltiples huesos con fracturas curadas[xii]. Se supone que las fracturas se debían principalmente a los peligros de la caza de animales grandes[xiii], aunque no se pueden descartar otros tipos de violencia, tales como la violencia interpersonal[xiv].
Los neandertales se desplazaban frecuentemente, presumiblemente siguiendo las manadas de animales que cazaban. Sin embargo, tenían ciertas bases, a menudo grutas, a las cuales solían regresar con cierta frecuencia, pasando allí a veces temporadas enteras de manera semi-sedentaria[xv]. Dentro de las grutas había espacios donde construían hogares, y juzgando de los restos de hierbas que se encontraron en varias grutas, se elaboraron camas, que probablemente también servían como asientos, utilizando hierba amontonada, posiblemente cubierta de pieles[xvi]. En la ausencia de grutas, los neandertales pueden haber utilizado los huesos de mamuts para construir carpas u otro tipo de abrigos[xvii].
Los neandertales conocían el uso del fuego[xviii], lo que les permitía no sólo calentar los espacios donde vivían, sino también cocinar sus alimentos. Además, el fuego puede haber servido para fines simbólicos. Es posible que, para facilitar la combustión de la leña de sus hogares, los neandertales hayan utilizado óxido de manganeso, un mineral bastante común que reduce la temperatura de combustión, y trozos del que se han encontrado en varias cuevas habitadas por neandertales[xix].
Durante las épocas frías, los neandertales deben haber llevado puesto algún tipo de ropa, y pasado las noches por debajo de mantas; si no, hubieran estado perdiendo más calor de lo que podían recuperar alimentándose. Tanto los vestidos como las mantas fueron probablemente elaborados a partir de pieles de animales grandes, tales como los mamuts. De hecho, se encontraron herramientas de piedra que los neandertales pueden haber utilizado para preparar pieles y juntarlas para formar mantas o vestidos[xx].
Pero por lo general los neandertales evitaban estar en las zonas frías durante las edades del hielo. Por ejemplo, no tenían zapatos, y caminar con los pies descalzos sobre nieve o terreno helado debe haber sido muy desagradable, inclusive para los neandertales[xxi]. Más bien, durante las edades del hielo los neandertales se desplazaban hacia el sur de Europa y el Levante mediterráneo – las únicas áreas que habitaron continuamente.
Los neandertales eran cazadores audaces y bien organizados, que – presumiblemente actuando en grupos – lograban dar con presas grandes y peligrosos, tales como bisontes, rinocerontes, osos, y mamuts. En regiones distintas cazaban a animales diferentes[xxii]. La sofisticación de los métodos de caza de los neandertales pudo ser confirmada en el yacimiento de Jonzac (Francia), donde grupos de neandertales establecieron su base para interceptar las manadas de renos durante sus migraciones anuales[xxiii]. Los neandertales sabían ajustar sus estrategias de caza si era necesario: cuando, alrededor de hace 70.000 años, se dio un cambio de pluviosidad en el actual Israel y las gacelas descendieron hacia las zonas bajas, los cazadores neandertales las siguieron[xxiv].
Al parecer, los neandertales llevaban a sus bases las carcasas de los animales abatidos y las deshuesaban al lado de sus hogares. Este trabajo puede haber sido una actividad social en la que intervenían múltiples personas[xxv].
Tal como ya se mencionó en el post anterior, la musculatura de los neandertales estaba muy desarrollada. Los varones tenían el húmero (el hueso más largo del brazo), especialmente el del brazo derecho, tan robusto que su musculatura debe haber sido impresionante. La asimetría en la musculatura entre los dos brazos ha sido atribuida al manejo de lanzas utilizando el brazo derecho. Pero más probablemente la musculatura tan desarrollada del brazo derecho se debe a actividades más propios del hogar, tales como el raspado de cueros de animales, una actividad dura que requiere de mucho tiempo[xxvi].
No está muy claro cómo era la división de trabajo entre las hembras y los varones. Las tribus actuales de cazadores-recolectores tienen tales divisiones del trabajo, con actividades típicamente masculinas y otras femeninas. La caza, por ejemplo, suele ser típicamente masculina, mientras que las mujeres se dedican más a la recolección de frutos, tubérculos y vegetales, así como la confección de ropa. La única evidencia que tenemos hasta la fecha de una división del trabajo de los neandertales proviene de sus dientes: los dientes anteriores de ambos sexos presentan estrías, probablemente causadas por el uso de los dientes como “tercera mano” durante la realización de labores tales como la elaboración de herramientas o ropa, pero las estrías en los dientes de hembras son más largas que las de los dientes de los varones. Esto hace pensar que los dos sexos realizaban, por lo menos en cierta medida, tareas distintas[xxvii]. Pero en otras actividades los dos sexos participaban por igual: el hecho de que los esqueletos neandertales suelen mostrar evidencias de fracturas – los de las hembras y los jóvenes así como los de los adultos varones –, sugiere que toda la familia estaba ayudando en la caza[xxviii].
¿Eran monógamos los neandertales, como la mayoría de humanos actuales, o eran más bien polígamos? Normalmente se utiliza el dimorfismo sexual en el tamaño corporal como una medida de la poligamia: mientras más diferencia en estatura haya entre machos y hembras (los machos siendo los más grandes), más probable es que los machos luchen entre sí por tener el control sobre las hembras, lo que causa una situación de poliginia – un solo macho con múltiples hembras. Resulta que el dimorfismo sexual de los neandertales era parecido al de los humanos, con una estatura (tal como vimos en el post anterior) de entre 164 y 168 cm para los varones, y entre 152 y 156 cm para las hembras[xxix]. Por lo tanto, parece que los neandertales no eran más polígamos que los humanos.
Por otro lado, también se utiliza la relación entre la longitud del dedo índice y la del anular como indicador de la situación social en los homíninos (a los que pertenece nuestro género, Homo). En el caso de especies monógamas, el dedo índice suele ser más largo que el anular, mientras en el caso de especies polígamas, el anular es el más largo. Parece que esta variación está relacionada con diferentes niveles de testosterona entre los varones. Se determinó que los neandertales tienen dedos anulares más largos que los humanos actuales, lo que sugiere que sí pudo haber ocurrido poliginia entre los neandertales[xxx].
El modo de apareamiento de los neandertales parece haber sido patrilocal: o sea, las hembras solían salir de su grupo familiar para ir a formar parte del grupo familiar de su pareja[xxxi]. Hubo cierta discusión al respecto[xxxii], pero los restos fósiles de lo que parece haber sido un grupo familiar de hace 49.000 años[xxxiii], encontrados en El Sidrón (España) y del que ya hablamos arriba, muestran que los tres varones adultos tenían un ADN mitocondrial del mismo linaje (o sea, pueden haber sido hermanos), mientras que las tres hembras adultas pertenecían a linajes distintos. La explicación más simple de esto es que las hembras venían de otros grupos familiares.
La dieta neandertal
Obviamente no se puede hablar de una sola dieta neandertal: sin duda hubo muchas, en función del entorno en el que se movían los neandertales. Pero veamos qué sabemos de los hábitos alimenticios de nuestros primos.
Los neandertales eran cazadores dedicados. Un estudio de los isótopos de carbono y nitrógeno en huesos indicó que, para los neandertales de Europa central, los herbívoros grandes constituían la principal fuente de proteínas[xxxiv]. Otros grupos de neandertales se alimentaban de otras fuentes: peces y mariscos, e inclusive focas y delfines, en el caso de los neandertales en Gibraltar[xxxv], que también se alimentaban de palomas[xxxvi]; y animales pequeños (aves, conejos, pescado) así como vegetales y setas en, por ejemplo, la Ardèche en Francia[xxxvii].
Para conservar la carne de los animales, especialmente los grandes, se considera que la secaban. La alternativa hubiera sido hervirla en agua, pero no se han encontrado contenedores para hervir agua asociados a los neandertales. Tampoco se han encontrado evidencias de que los neandertales tuvieran acceso a sal para conservar los alimentos[xxxviii].
Es probable que los cuerpos de los neandertales estaban adaptados a una dieta basada en carne. La forma cilíndrica de su tórax, por ejemplo, puede haberse desarrollado para que hubiera suficiente espacio para el hígado, que es más grande en poblaciones carnívoras que en las que no dependen tanto de la ingesta de proteínas. Asimismo, la pelvis de los neandertales, que es más ancha que la de los humanos, puede tener ese tamaño para darle espacio a los riñones, que también suelen ser más grandes en los carnívoros[xxxix].
Pero la carne no lo era todo. Los vegetales, los neandertales los comían también. Al norte de los Alpes y en épocas frías, eran por necesidad carnívoros, alimentándose principalmente de los grandes herbívoros de aquellos tiempos: el mamut y el rinoceronte lanudo. Pero aun así, alrededor de veinte por ciento de su dieta era de origen vegetal[xl].
En el sur de Europa y el Levante mediterráneo, especialmente en intervalos cálidos, los vegetales formaban una parte importante de la dieta de los neandertales[xli]. En el Levante, la presencia de cantidades importantes de semillas carbonizadas en cuevas habitadas por neandertales indica que éstos ingerían una variedad de vegetales, en su mayor parte legumbres, especialmente en la primavera cuando las gacelas y los venados todavía tenían poca grasa[xlii].
Restos de comida hallados en el cálculo dental pegado a los dientes de neandertales confirman el papel de los alimentos de origen vegetal. En la cueva de Shanidar (Iraq) se encontraron restos de dátiles, y en la de Spy (Bélgica) semillas de trigo, además de otras plantas. Muchas de las semillas presentaron indicios de que fueron cocinadas[xliii], lo que es posible ya que, tal como vimos arriba, los neandertales conocieron el uso del fuego. Compuestos orgánicos encontrados en el cálculo dental de neandertales de El Sidrón (España) confirman que los neandertales ingerían, entre otras cosas, vegetales, algunos cocinados[xliv].
Los análisis del cálculo dental de los neandertales mostraron también la presencia de plantas tales como la manzanilla y la milenrama, que se utilizan más por sus poderes curativos que como alimentos, puesto que tienen un sabor amargo. Se sabe que los sabores amargos (que normalmente están relacionados con substancias venenosas) no eran del agrado de la mayor parte de los neandertales: un estudio genético halló, en una mayoría de los neandertales estudiados, un gen que permite percibir ciertos compuestos amargos[xlv]. Este hallazgo de plantas amargas ha dado origen a la sugerencia de que los neandertales ingerían estas plantas con fines medicinales[xlvi]. Otra posibilidad es que los neandertales comían los estómagos, o por lo menos sus contenidos parcialmente digeridos, de ciertos animales herbívoros que cazaban, y que estas plantas se encontraban dentro de los estómagos. Aun hoy día hay sociedades de cazadores (por ejemplo los Inuit) donde el estómago de ciertos animales no sólo se come regularmente, sino que se considera un manjar; así que es probable que, especialmente en tiempos de escasez de alimentos, los neandertales comían los estómagos de sus presas también[xlvii].
Un estudio de heces de neandertales fosilizadas, de El Salt (España), confirmó que su principal fuente de alimentación era formada por carnes, pero que también ingerían cantidades importantes de alimentos de origen vegetal[xlviii].
Los neandertales tenían competición de otros animales, por ejemplo las hienas, que se nutrían de los mismos animales muertos. La cueva de Les Rochers-de-Villeneuve en Francia fue habitada, en alternancia, por neandertales e hienas, y se encontraron allí fósiles mostrando a la vez incisiones por los dientes de hienas y por las herramientas de los neandertales. Por cierto, un fémur de neandertal, hallado en esa gruta, también mostró incisiones de dientes de hiena, indicando que los neandertales, una vez muertos, también servían de alimento a las hienas[xlix]. En Schöningen (Alemania), donde se encontraron en varios sitios objetos producidos por un ancestro de los neandertales[l], se hallaron, en la misma capa de tierra que contenía las lanzas de madera más antiguas jamás encontradas (de hace 300.000 años[li]), los restos de Homotherium, un felino “dientes de sable” ahora extinto. Este habría sido un temible competidor de los neandertales y sus antecesores, y es de imaginarse que las lanzas halladas hayan servido no sólo para la caza, sino también para defenderse[lii].
Los neandertales y sus herramientas. El Musteriense
El conjunto de herramientas relacionadas a los neandertales se llama el Musteriense. El Musteriense es un complejo tecnológico-estilístico (o sea, una fase caracterizada por la producción de herramientas con formas específicas, utilizando técnicas características) que apareció hace unos 125.000 años y persistió hasta hace unos 40.000 años. Su nombre procede del abrigo rocoso de Le Moustier (Francia), donde fue descubierta esta industria lítica, asociada con fósiles de neandertales. Las herramientas más características son raederas, puntas, hendedores, cuchillos de dorso etc. Esta industria lítica se realizaba básicamente sobre lascas y se caracteriza por el uso de la técnica de talla Levallois, que permite obtener productos más sofisticados y estandarizados que las herramientas anteriores[liii]. El método de la técnica de talla Levallois consiste en obtener una o varias lascas de forma predeterminada a partir de una preparación particular del núcleo de la piedra, en forma facetada (ver imagen). Se producían lascas de formas más o menos triangulares o de tortuga, de las que podían surgir, con retoques marginales, raederas, o con un retoque mayor, puntas de proyectil[liv]. Las raederas eran instrumentos semicortantes de piedra, con una máxima dimensión en el borde, que servía para raspar o raer la superficie de una cosa, especialmente para quitar los pelos de las pieles de los animales[lv].
Herramientas del tipo Musteriense se encontraron no sólo en el continente, sino también en ciertas islas: por ejemplo en varias islas del Mar Egeo, tales como Creta y Cefalonia, que no sólo hoy día, sino también en la época en la que se produjeron – hace 110.000 años – eran islas, separadas del continente por brazos de mar de decenas de kilómetros de ancho. ¿Cómo pueden haber llegado estas herramientas a esas islas? Es probable que los neandertales hayan llegado allá en algún tipo de embarcaciones; o sea, eran marineros mucho antes de que la fueran los humanos[lvi].
Inclusive es posible que los neandertales conocían el hilo. En el Abri du Maras (Francia), un sitio habitado por neandertales hace 90.000 años, se encontraron, por encima de algunas de sus herramientas de piedra, restos de fibras vegetales retorcidas, algo que en la naturaleza no ocurre pero sí se obtiene como consecuencia del hilado, el proceso de transformación de fibras en hilo[lvii].
Hace unos 45.000 años ocurrió un cambio bastante abrupto en las herramientas de los neandertales, cuando estos empezaron a elaborar artefactos líticos finos y largos, generalmente para ser colocados en mangos. Hubo más variedad en las herramientas y las técnicas empleadas para su elaboración. También se empezó a tallar el hueso para elaborar herramientas. Este nuevo complejo tecnológico se denomina el Châtelperroniense (nombre derivado de Châtelperron, una población en Francia).
En la cueva francesa Grotte du Renne se hizo un hallazgo clave: en estratos contentivos de huesos de neandertales, con una edad de entre 41.000 y 44.500 años, se encontró una variedad de herramientas típicas del Châtelperroniense, incluyendo herramientas de tipos normalmente asociados a los humanos: herramientas de hueso y – más significativo aun – ornamentos personales, tales como pendientes elaborados perforando dientes de animales salvajes para conectarlos con algún tipo de hilo. Hay quienes consideran que esta combinación de herramientas de tipos neandertales y humanos se debe a una mezcla posterior de los estratos del suelo en los que se encontraron[lviii], pero según las últimas dataciones no ha ocurrido ninguna disrupción de los estratos. Este hallazgo sugiere que los neandertales, responsables de las herramientas del Châtelperroniense, algunas tan parecidas a las humanas, las desarrollaran de manera independiente. Sin embargo, es posible que los neandertales las copiaran de los humanos, que por aquel entonces ya habían empezado a asentarse en Europa[lix].
Algo parecido puede haber pasado en el caso de las herramientas de hueso puntiagudas y los adornos personales (dientes de animales, perforados) con una edad de 44.000 años, que se encontraron en estratos del Châtelperroniense en la Grotte des Fées (cerca de Châtelperron)[lx]. Una concha fósil con restos de ocre (un pigmento rojo) de hace por lo menos 45.000 años, hallada en la gruta de Fumane (Italia), habitada en aquellos tiempos por neandertales, puede haber sido también un adorno personal, por ejemplo un colgante coloreado de rojo[lxi]. Esto indica que los neandertales le daban importancia al uso de tales adornos personales, pero no podemos estar seguros de que no se hayan copiado de los humanos.
Sin embargo, en el caso de las herramientas de hueso hay evidencias de que los neandertales empezaron a elaborarlas antes de la llegada de los humanos. En dos sitios en la Dordogne (Francia) se encontraron en yacimientos neandertales varios lissoirs de hueso. Lissoirs son herramientas redondeadas que sirven para impermeabilizar pieles. Los lissoirs más viejos fueron datados en 48.000 y 51.000 años antes del presente, o sea que se elaboraron antes de la llegada de los humanos a Europa, que empezó hace unos 45.000 años. Por lo tanto, se considera que los neandertales desarrollaron estas herramientas de manera independiente de los humanos, en lugar de copiarse de ellos. Inclusive es posible que fueron los humanos los que aprendieron de los neandertales la técnica de elaboración y uso de los lissoirs[lxii].
En el yacimiento Musteriense de La Quina (Francia) se encontraron huesos (de neandertales, por cierto) que habían sido usados como retocadores para retocar lascas de roca[lxiii]. (Al parecer los neandertales les encontraron utilidad a los huesos de sus muertos.) Se desconoce la edad exacta de estas herramientas de hueso, pero el Musteriense está relacionado firmemente con los neandertales.
Todo esto sugiere que los neandertales no eran inferiores a los humanos en cuanto al uso de herramientas se refiere.
Conclusión
Obviamente los neandertales no eran tan subdesarrollados como se pensaba en el pasado. Eran una especie exitosa que durante más de 200.000 años logró sobrevivir en un entorno a veces hostil (especialmente durante las épocas de hielo), extendiéndose desde Inglaterra hasta el Levante mediterráneo, y desde la península ibérica hasta la Siberia.
Eran excelentes cazadores y su dieta no se limitó a los animales grandes. Producían herramientas a veces sofisticadas, y elaboraban, por lo menos ocasionalmente, objetos de arte, con alguna finalidad socio-cultural. Todo esto nos indica que los neandertales no eran tan inferiores a los humanos como antes se pensaba.
Pero todavía no estamos listos con nuestra investigación de cómo eran los neandertales. Vimos cómo vivían, pero aun no hemos hablado de los aspectos sociales y culturales de sus vidas. Pudiera parecer extraño, hablar de estos aspectos tan intangibles de la vida de aquellos seres desaparecidos, pero en el siguiente post veremos que algo sí se puede deducir al respecto.
Nota: la foto en el encabezado del post muestra la reconstrucción de un hombre y de una mujer neandertales expuesta en el Museo Neandertal de Alemania. Fuente: http://myria.com/wp-content/uploads/Male-and-female-Homo-neanderthalensis.png.
[i] Ramirez Rozzi, F.V. y Bermudez de Castro, J.M., 2004. Surprisingly rapid growth in Neanderthals. Nature, 428, 936-939. www.nature.com/nature/journal/v428/n6986/full/nature02428.html. Shipman, P., 2004. Growing up Neandertal. American Scientist, 92, 506. www.americanscientist.org/issues/pub/2004/11/growing-up-neandertal. Smith, T., Toussaint, M., Reid, D.J., Olejniczak, A.J. y Hublin, J.-J., 2007. Rapid dental development in a Middle Paleolithic Belgian Neanderthal. Proceedings National Academy of Sciences, 104 (51), 20220-20225. www.pnas.org. Smith, T. y otros, 2010. Dental evidence for ontogenic differences between modern humans and Neanderthals. Proceedings National Academy of Sciences, 107 (49), 20923-20928. www.pnas.org.
[ii] Macchiarelli, R., Bondioli, L., Debénath, A., Mazurier, A., Tournepiche, J.-F., Birch, W. y Dean, M.C., 2006. How Neanderthal molar teeth grew. Nature, 444, 748-751. www.nature.com/nature/journal/v444/n7120/full/nature05314.html.
[iii] Ponce de León, M.S., Golovanova, L., Doronichev, V., Romanova, G., Akazawa, T., Kondo, O., Ishida, H. y Zollikofer, C.P.E., 2008. Neanderthal brain size at birth provides insights into the evolution of human life history. Proceedings National Academy of Sciences, 105 (37), 13764-13768. www.pnas.org/content/105/37/13764.full.pdf.
[iv] Trinkaus, E., 2011. Late Pleistocene adult mortality patterns and modern human establishment. Proceedings National Academy of Sciences, 108 (4), 1267-1271. http://intl.pnas.org/content/108/4/1267.full.pdf.
[v] Caspari, R. y Lee, S.-H., 2004. Older age becomes common late in human evolution. Proceedings National Academy of Sciences, 101 (30), 10895-10900. www.pnas.org. Rosenberg, K., 2004. Living longer: Information revolution, population expansion, and modern human origins. Proceedings National Academy of Sciences, 101 (30), 10847-10848. www.pnas.org. Caspari, R., 2011. The evolution of grandparents. Scientific American, agosto 2011, 24-29. www.sciam.com.
[vi] Ponce de León y otros, 2008. Ver nota 3.
[vii] Weaver, T.D. y Hublin, J.-J., 2009. Neandertal birth canal shape and the evolution of human childbirth. Proceedings National Academy of Sciences, 106 (20), 8151-8156. www.pnas.org/content/106/20/8151.full.pdf.
[viii] Crevecoeur, I., Bayle, P., Rougier, H., Maureille, B., Higham, T., van der Plicht, J., De Clerck, N. y Semal, P., 2010. The Spy VI child: A newly discovered Neandertal infant. Journal of Human Evolution, 59 (6), 641-656. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0047248410001648.
[ix] Spikins, P., Hitchens, G., Needham, A. y Rutherford, H., 2014. The cradle of thought: growth, learning, play and attachment in Neanderthal children. Oxford Journal of Archaeology, 33 (2), 111-134. http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/ojoa.12030/abstract.
[x] Alper, J., 2003. Rethinking Neanderthals. Smithsonian Magazine, junio 2003. www.smithsonianmag.com/science-nature/rethinking-neanderthals-83341003.
[xi] Alper, 2003. Ver nota 10.
[xii] Alper, 2003. Ver nota 10.
[xiii] Berger, T.D. y Trinkaus, E., 1995. Patterns of trauma among the Neandertals. Journal of Archaeological Science, 22 (6), 841-852. www.sciencedirect.com/science/article/pii/0305440395900136.
[xiv] Trinkaus, E., 2012. Neandertals, early modern humans, and rodeo riders. Journal of Archaeological Science, 39 (12), 3691-3693. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S030544031200297X.
[xv] Lev, E., Kislev, M.E. y Bar-Yosef, O., 2005. Mousterian vegetal food in Kebara Cave, Mt. Carmel. Journal of Archaeological Science, 32 (3), 475-484. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0305440304001694.
[xvi] Cabanes, D., Mallol, C., Expósito, I. y Baena, J., 2010. Phytolith evidence for hearths and beds in the late Mousterian occupations of Esquilleu cave (Cantabria, Spain). Journal of Archaeological Science, 37 (11), 2947-2957. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0305440310002426.
[xvii] Demay, L., Péan, S. y Patou-Mathis, M., 2011. Mammoths used as food and building resources by Neanderthals: Zooarchaeological study applied to layer 4, Molodova I (Ukraine). Quaternary International, 276-277, 212-226. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1040618211006598.
[xviii] Roebroeks, W. y Villa, P., 2011. On the earliest evidence for habitual use of fire in Europe. Proceedings National Academy of Sciences, 108 (13), 5209-5214. www.pnas.org/content/108/13/5209.
[xix] Heyes, P.J., Anastasakis, K., de Jong, W., van Hoesel, A., Roebroeks, W. y Soressi, M., 2016. Selection and use of manganese dioxide by Neanderthals. Scientific Reports, 6, 22159. www.nature.com/articles/srep22159.
[xx] Sørensen, B., 2009. Energy use by Eem Neanderthals. Journal of Archaeological Science, 36 (10), 2201-2205. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0305440309002027.
[xxi] Serangeli, J. y Bolus, M., 2008. Out of Europe – The dispersal of a successful European hominin form. Quartär, 55, 83-98. www.quartaer.eu/pdfs/2008/2008_serangeli.pdf.
[xxii] Dusseldorp, G.L., 2009. A view to a kill. Investigating Middle Palaeolithic subsistence using an optimal foraging perspective. PhD thesis, University of Leiden. https://openaccess.leidenuniv.nl/handle/1887/13713.
[xxiii] Britton, K. y otros, 2011. Strontium isotope evidence for migration in late Pleistocene Rangifer: Implications for Neanderthal hunting strategies at the Middle Palaeolithic site of Jonzac, France. Journal of Human Evolution, 61 (2), 176-185. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0047248411000686.
[xxiv] Hartman, G., Hovers, E., Hublin, J.-J. y Richards, M., 2015. Isotopic evidence for Last Glacial climatic impacts on Neanderthal gazelle hunting territories at Amud Cave, Israel. Journal of Human Evolution, 84, 71-82. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0047248415000755.
[xxv] Stiner, M.C., Gopher, A. y Barkai, R., 2011. Hearth-side socioeconomics, hunting and paleoecology during the late Lower paleolithic at Qesem Cave, Israel. Journal of Human Evolution, 60 (2), 213-233. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0047248410002253.
[xxvi] Mednikova, M.B., Dobrovolskaya, M.V., Buzhilova, A.P. y Kandinov, M.N., 2010. A fossil human humerus from Khvalynsk: morphology and taxonomy. Archaeology, Ethnology and Anthropology of Eurasia, 38 (1), 102-117. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1563011010000486. Shaw, C., Hofmann, C.L., Petraglia, M.D., Stock, J.T. y Gottschall, J.S., 2012. Neandertal humeri may reflect adaptation to scraping tasks, but not spear thrusting. PLoS, 7 (7), e40349. www.plosone.org.
[xxvii] Estalrrich, A. y Rosas, A., 2015. Division of labor by sex and age in Neandertals: an approach through the study of activity-related dental wear. Journal of Human Evolution, 80, 51-63. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0047248414002887.
[xxviii] Kuhn, S.L. y Stiner, M., 2006. What’s a mother to do? The division of labor among Neandertals and modern humans in Eurasia. Current Anthropology, 47 (6), 953-980. www.jstor.org/stable/10.1086/507197.
[xxix] Helmuth, H., 1998. Body height, body mass and surface area of the Neandertals. Zeitschrift für Morphologie und Anthropologie, 82 (1), 1-12. www.jstor.org/stable/25757530?seq=1#page_scan_tab_contents. Ver también: Noble Wilford, J., 1997. New clues to the history of male and female. New York Times, 26 agosto 1997. www.nytimes.com/1997/08/26/science/new-clues-to-history-of-male-and-female.html?pagewanted=all.
[xxx] Nelson, E., Rolian, C., Cashmore, L. y Shultz, S., 2010. Digit ratios predict polygyny in early apes, Ardipithecus, Neanderthals and early modern humans but not in Australopithecus. Proceedings of the Royal Society B, 278, 1556-1563. http://rspb.royalsocietypublishing.org/content/royprsb/278/1711/1556.full.pdf.
[xxxi] Lalueza-Fox, C. y otros, 2011a. Genetic evidence for patrilocal mating behavior among Neandertal groups. Proceedings National Academy of Sciences, 108 (1), 250-253. www.pnas.org/content/108/1/250.full.pdf.
[xxxii] Vigilant, L. y Langergraber, K.E., 2011. Inconclusive evidence for patrilocality in Neandertals. Proceedings National Academy of Sciences, 108 (18), E87. www.pnas.org/content/108/18/E87.full.pdf. Lalueza-Fox, C. y otros, 2011b. Reply to Vigilant and Langergraber: Patrilocality in Neandertals is still the most plausible explanation. Proceedings National Academy of Sciences, 108 (18), E88. www.pnas.org/content/108/18/E88.full.pdf.
[xxxiii] De Torres, T. y otros, 2009. Dating of the hominid (Homo neanderthalensis) remains accumulation from El Sidrón cave (Piloña, Asturias, North Spain): an example of a multi-methodological approach to the dating of Upper Pleistocene sites. Archaeometry, 52 (4), 680-705. http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1475-4754.2009.00491.x/abstract. Wood, R.E. y otros, 2013. A new date for the Neanderthals from El Sidrón cave (Asturias, northern Spain). Archaeometry, 55 (1), 148-158. http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1475-4754.2012.00671.x/pdf.
[xxxiv] Richards, M.P. y Trinkaus, E., 2009. Isotopic evidence for the diets of European Neanderthals and early modern humans. Proceedings National Academy of Sciences, 106 (38), 16034-16039. www.pnas.org.
[xxxv] Stringer, C.B. y otros, 2008. Neanderthal exploitation of marine mammals in Gibraltar. Proceedings National Academy of Sciences, 105 (38), 14319-14324. www.pnas.org. Cortés-Sánchez, M. y otros, 2011. Earliest known use of marine resources by Neanderthals PLoS ONE, 6 (9), e24026. www.plosone.org.
[xxxvi] Blasco, R. y otros, 2014. The earliest pigeon fanciers. Scientific Reports, 4, 5971. www.nature.com/articles/srep05971.
[xxxvii] Hardy, B.L. y Moncel, M.-H., 2011. Neanderthal use of fish, mammals, birds, starchy plants and wood 125-250,000 years ago. PLoS ONE, 6 (8), e23768. http://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0023768. Hardy, B.L. y otros, 2013. Impossible Neanderthals? Making string, throwing projectiles and catching small game during Marine Isotope Stage 4 (Abri du Maras, France). Quaternary Science Reviews, 82, 23-40. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0277379113003788.
[xxxviii] Sørensen, 2009. Ver nota 20.
[xxxix] Ben-Dor, M., Gopher, A. y Barkai, R., 2016. Neandertals’ large lower thorax may represent adaptation to high protein diet. American Journal of Physical Anthropology, en imprenta. http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/ajpa.22981/abstract.
[xl] Wißing, C., Rougier, H., Crevecoeur, I., Germonpré, M., Naito, Y., Semal, P. y Bocherens, H., 2015. Isotopic evidence for dietary ecology of late Neandertals in North-Western Europe. Quaternary International, en imprenta. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1040618215011829.
[xli] Fiorenza, L., Benazzi, S., Tausch, J., Kullmer, O., Bromage, T.G. y Schrenk, F. 2011. Molar macrowear reveals Neanderthal eco-geographic dietary variation. PLoS ONE, 6 (3), e14769. www.plosone.org.
[xlii] Lev y otros, 2005. Ver nota 15.
[xliii] Henry, A.G., Brooks, A.S. y Piperno, D.R., 2011. Microfossils in calculus demonstrate consumption of plants and cooked foods in Neanderthal diets (Shanidar III, Iraq; Spy I and II, Belgium). Proceedings National Academy of Sciences, 108 (2), 486-491. www.pnas.org/content/108/2/486.
[xliv] Hardy, K. y otros, 2012. Neanderthal medics? Evidence for food, cooking, and medicinal plants entrapped in dental calculus. Naturwissenschaften, 99 (8), 617-626. http://link.springer.com/article/10.1007/s00114-012-0942-0.
[xlv] Lalueza-Fox, C., Gigli, E., de la Rasilla, M., Fortea, J. y Rosas, A., 2009. Bitter taste perception in Neanderthals through the analysis of the TAS2R38 gene. Biology Letters, 5, 809-811. http://rsbl.royalsocietypublishing.org/content/roybiolett/5/6/809.full.pdf.
[xlvi] Hardy y otros, 2012. Ver nota 44.
[xlvii] Buck, L.T. y Stringer, C.B., 2014. Having the stomach for it: a contribution to Neanderthal diets? Quaternary Science Reviews, 96, 161-167. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0277379113003399.
[xlviii] Sistiaga, A., Mallol, C., Galván, B. y Summons, R.E., 2014. The Neanderthal meal: a new perspective using faecal biomarkers. PLOS ONE, 9 (6), e101045. http://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0101045.
[xlix] Beauval, C. y otros, 2005. A late Neandertal femur from Les Rochers-de-Villeneuve, France. Proceedings National Academy of Sciences, 102 (20), 7085-7090. www.pnas.org.
[l] Serangeli, J., Böhner, U., Van Kolfschoten, T., y Conard, N.J., 2015. Overview and new results from large-scale excavations in Schöningen. Journal of Human Evolution, 89, 27-45. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0047248415002389. Conard, N.J., Serangeli, J., Böhner, U.,Starkovich, B.M., Miller, C.E., Urban, B. y Van Kolfschoten, T., 2015. Excavations at Schöningen and paradigm shifts in human evolution. Journal of Human Evolution, 89, 1-17. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0047248415002432.
[li] Schoch, W.H., Bigga, G., Böhner, U., Richter, P. y Terberger, T., 2015. New insights on the wooden weapons from the Paleolithic site of Schöningen. Journal of Human Evolution, 89, 214-225. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0047248415002080.
[lii] Serangeli, J., van Kolfschoten, T., Starkovich, B.M. y Verheijen, I., 2015. The European saber-toothed cat (Homotherium latidens) found in the “Spear Horizon” at Schöningen (Germany). Journal of Human Evolution, 89, 172-180. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0047248415002092.
[liii] Eren, M.I. y Lycett, S.J., 2012. Why Levallois? A morphometric comparison of experimental ‘preferential’ Levallois flakes versus debitage flakes. PLoS ONE, 7 (1), e29273. www.plosone.org.
[liv] Ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Musteriense.
[lv] Ver: http://es.thefreedictionary.com/raedera.
[lvi] Ferentinos, G., Gkioni, M., Geraga, M. y Papatheodorou, G., 2012. Early seafaring activity in the southern Ionian islands, Mediterranean Sea. Journal of Archaeological Science, 39 (7), 2167-2176. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0305440312000441.
[lvii] Hardy y otros, 2013. Ver nota 37.
[lviii] Higham, Th., Jacobi, R., Julien, M., David, F., Basell, L., Wood, R., Davies, W. y Bronk Ramsey, Ch., 2010. Chronology of the Grotte du Renne (France) and implications for the context of ornaments and human remains within the Châtelperronian. Proceedings National Academy of Sciences, 107 (47), 20234-20239. www.pnas.org/content/107/47/20234.full.pdf.
[lix] Hublin, J.-J., Talamo, S., Julien, M., David, F., Connet, N., Bodu, P., Vandermeersch, B. y Richards, M.P., 2012. Radiocarbon dates from the Grotte du Renne and Saint-Césaire support a Neandertal origin for the Châtelperronian. Proceedings National Academy of Sciences, 109 (46), 18743-18748. www.pnas.org/content/109/46/18743.full.pdf.
[lx] Zilhão, J., d’Errico, F., Bordes, J.-G., Lenoble, A., Texier, J.-P. y Rigaud, J.-P., 2006. Analysis of Aurignacian interstratification at the Châtelperronian-type site and implications for the behavioral modernity of Neandertals. Proceedings National Academy of Sciences, 103 (33), 12643-12948. www.pnas.org/content/103/33/12643.full.pdf.
[lxi] Peresani, M., Vanhaeren, M., Quaggiotto, E., Queffelec, A. y d’Errico, F., 2013. An ochered fossil marine Shell from the Mousterian of Fumane Cave, Italy. PLOS ONE, 8 (7), e68572. http://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0068572.
[lxii] Soressi, M. y otros, 2013. Neandertals made the first specialized bone tools in Europe. Proceedings National Academy of Sciences, 110 (35), 14186-14190. www.pnas.org/content/110/35/14186.full.pdf.
[lxiii] Verna, C. y d’Errico, F., 2011. The earliest evidence for the use of human bones as a tool. Journal of Human Evolution, 60 (2), 145-157. www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0047248410002071.